• De teatro y Frutillas


    Publicado el 1 de Julio del 2010

    Qué se yo que fue… quizás la recoleta o esa estrecha cocina sin puerta. Ciertamente no lo sabía, pero sin querer Flos nuevamente fue inundada de un sutil revés; mientras intentaba endulzar aquellas rojas fresas su entereza quedó en un reducto de nostalgia, surgido de aquel pensamiento filósofo-amoroso que su madre nunca había entendido, ni ciertamente oído. Sin embargo, sus pensamientos no se depositaron en aquello, ni en todo lo que comentó, menos en ese sujeto particular, eje de toda explicación, sino en las consecuencias y beneficios de su alejamiento y su adiós.

    Flos no recordó más nada, pero utilizó todo. Fueron canciones y canciones que llenaban su cabeza de preguntas, de esas sobre el por qué te preguntas. Analizó una conversación, de esas que sólo el inventario desglosó, con un ánimo diferente, experiencia diferente, persona diferente… tema igual.

    Contenía, unos residuos, otros sentimientos… Junto a ella, unas niñas reían. Se sintió Magnolia, su locuacidad se volvió anormal, se mantuvo en silencio. Ellas y ella, las escenas se sucedían, la obra de teatro se escribía… se reconoció, esas historias de amor, odio y reencuentro le solían ser familiares.

    Aún no recordaba ni quién, ni el por qué, pero se sintió bien al sentir que su condicionamiento dejó atrás todo lo que fue. Voló, se vió diferente, nueva… algo extraña, pero esas frutillas dejaron de ser amargas y ella olvidó lo que nunca recordó, sólo penso en aquel sabor, algo como un beso sin adiós, uno que aún no llega, uno con camino por recorrer.

    Qué se yo que fue.

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